Aceite de pescado y artritis es un binomio muy popular y seductor. Sabemos que los suplementos con aceite de pescado son beneficiosos para muchas enfermedades pero: ¿los son también para la artritis ?

El aceite de pescado y otras enfermedades

El aceite de pescado se obtiene del pescado azul (salmón, caballa, sardina, arenque, atún, anchoa, pez espada…) y se comercializa en virtud de su alto contenido en ácidos grasos omega-3, particularmente,  ácido eicosapentanoico (ECA) y ácido docosahexaenoico (DHA). Estos dos compuestos son los precursores de unos eficaces anti-inflamatorios naturales llamados eicosanoides. El suplemento nutricional con ácidos grasos omega-3 se ha mostrado útil y beneficioso en la depresión, en ciertos tipos de cánceres pero, sobre todo, en la prevención de enfermedades cardio-vasculares. Sus efectos en la reducción de eventos cardíacos y en la progresión de la arterioesclerosis han popularizado su uso, hasta tal punto, de que forman parte esencial de las guías de práctica clínica de las más prestigiosas sociedades cardiológicas del mundo.

Los suplementos con omega 3 benefician el dolor de la artritis reumatoide

El aceite de pescado y artritis.

En virtud del notable efecto anti-inflamatorio de los ácidos omega-3, la ciencia también puso el foco en su potencial para mejorar las enfermedades reumáticas. Desde hace años se sabe que la dieta esquimal (muy rica en pescado azul) reduce la incidencia de artritis reumatoide (además de infartos, asma y psoriasis ). A partir de esta observación, muchos estudios han analizado la influencia de los suplementos de aceite de pescado, tanto en la artritis, como en la artrosis. Un reciente meta-análisis (estudio de la más alta calidad de evidencia científica)  ha analizado con todo detalle cuál es la «verdad científica» al respecto. En este meticuloso trabajo los autores no encuentran beneficio del aceite de pescado en la artrosis. Apuntan que, quizá, pudiera ser de utilidad en las artrosis acompañadas de inflamación articular. Por el contrario, sus conclusiones son más firmes respecto al beneficio del aceite de pescado en pacientes con artritis, especialmente, en los que tienen artritis reumatoide. La ingesta continuada de suplementos con aceite de pescado, disminuye significativamente el dolor de los pacientes con todo tipo de artritis, siendo el beneficio más claro para aquéllos que padecen artritis reumatoide.

¿Qué dosis y durante cuánto tiempo?  No es una pregunta fácil de contestar. Existe cierto acuerdo en recomendar dosis por encima de los 2.6 gramos al día, utilizadas no menos de 12 semanas.

Por todo lo dicho, el binomio aceite de pescado y artritis, además de ser seductor, es una recomendación avalada por la evidencia científica para los pacientes con artritis – especialmente para los que tienen artritis reumatoide – ya que disminuye el dolor, es seguro y contribuye a mejorar otros trastornos muy frecuentes asociados a la artritis reumatoide, como la arterioesclerosis acelerada.

 

Capítulo 6: Ejercicios en decúbito lateral

El metotrexato es el fármaco Top One de la artritis. A pesar de su uso generalizado y su eficacia contrastada es un medicamento que despierta todavía mucho recelo. Nos despedimos del paciente con su receta de metotrexato en el bolsillo ajenos a un proceso de sensibilización negativa que se inicia cuando llega a casa. Al leer su aterrador prospecto. Al «aclarar» sus dudas con Google. Cuando recibe el desconsolador consejo de su farmacéutico o médico amigo.

Gran parte de esta desconfianza podría paliarse si los médicos dedicáramos unos minutos a explicar bien las características del fármaco. Cómo tomarlo, sus beneficios, sus riesgos, cómo prevenirlos…Es verdad que no resulta fácil en nuestras atropelladas consultas. En el mejor de los casos recurrimos a hojas informativas con «preguntas frecuentes». Sin embargo, si fuera yo (médico) el que se tuviera que tomar metotrexato ¿me bastaría con una hoja informativa? Agradecería que me miraran a los ojos y me explicaran que el metotrexato para la artritis, hoy en día, es como la insulina para la diabetes. Que se trata de un fármaco que (aunque tiene sus riesgos) me debería devolver la calidad de vida que he perdido. Que sus efectos secundarios son controlables y que se pueden prevenir llevando un riguroso control analítico. Que nunca me deben quedar dudas de cómo tomarlo (ante la duda siempre consultar con mi médico).
Este mes ha salido publicado en la revista Reumatología Clínica (órgano oficial de la Sociedad Española de Reumatología y del Colegio Mexicano de Reumatología) un interesantísimo trabajo titulado «Documento de Recomendaciones de la Sociedad Española de Reumatología para el manejo clínico del paciente con artritis reumatoide que no puede utilizar metotrexato». En él se analiza de un modo riguroso y científico el manejo del paciente con artritis reumatoide que no puede utilizar metotrexato por contraindicación, toxicidad o falta de adherencia farmacológica. Se delimitan todas aquéllas situaciones especiales en las cuales el metotrexato es un escollo importante como el embarazo, las cirugías, el consumo de alcohol, el uso de otras drogas concomitantes, etc. Se plantean alternativas y se orienta a qué hacer en cada caso. En definitiva, un artículo muy recomendable para compartir con pacientes que necesiten tomar metotrexato pero… tengan todavía dudas.

Hace poco revisé con agrado un artículo que aborda con acierto un escollo áspero cuando se trata de prescribir metotrexato: Doctor, ¿qué me dice del metotrexato y alcohol ?
Vivimos en un país en el que el alcohol (guste o no) es un vehículo de relación social. Difícilmente concebimos salir con amigos sin tomarnos nuestra cervecita o copita de vino. Este par de copas parece un problema insalvable cuando se trata de tomar también metotrexato ya que los médicos somos taxativos en este aspecto: la ingesta de alcohol está contraindicada cuando se toma también metotrexato. El paciente sale inevitablemente abatido de la consulta – No sólo me han prescrito un «veneno»  crónico ¡También me han prohibido mi copita!– Es difícil resignarse y no pensar que es una exageración -«Total por una copita… ¡A ver que dice Google!– Pero Google mantiene el mismo discurso y cristalinamente dice en primera página: » Tomar alcohol mientras está tomando metotrexato puede causar problemas graves del hígado».
Nunca me han gustado los dogmas. Soy un firme convencido de que la mejor adherencia al tratamiento (sea cual sea) se consigue informando y corresponsabilizando al paciente. Haciéndole partícipe de su tratamiento. Tutelando la toma de decisión con la información más veraz y completa posible. En definitiva, personalizando su proceso de sanación. Que el metotrexato es un fármaco potencialmente hepatotóxico: es un hecho. Que la ficha técnica advierte textualmente que interacciona con el alcohol etílico aumentando la hepatotoxicidad: es otro. Lo que no está tan claro es la dosis de alcohol y de metotrexato para que ello aparezca. En otras palabras: ¿cuánto alcohol se podría tomar si se está recibiendo metotrexato a dosis reumatológicas?

Unidades de alcohol: vino

Unidades de alcohol: cerveza

En un reciente artículo realizado sobre 11.839 pacientes y publicado en Annals of the Rheumatic Diseases , los autores cuantifican la mínima dosis de alcohol compatible con el metotrexato. Después de un exhaustivo estudio llegan a la conclusión de que el consumo de < 14 unidades semanales son compatibles con las dosis de metotrexato habitualmente empleadas en reumatología (5 a 25 mg semanales). Consumos > 21 unidades semanales aumentan muy significativamente el riesgo de transaminasitis. La transaminasitis es la elevación (asintomática) de las transaminasas (hasta 3 veces el valor normal) y es un indicador de inflamación del hígado. Una unidad de alcohol es el equivalente a 10 ml o 8 gramos de alcohol puro y es un indicador muy utilizado en el Reino Unido para cuantificar el consumo de alcohol.

Por tanto, contestando a la pregunta que titula esta entrada, mi opinión es: metotrexato y alcohol NO son absolutamente incompatibles. En casos de desconocimiento del entorno psico-social del paciente, mi recomendación se alinea con el «dogma» y prohíbo el consumo de alcohol. Si por el contrario, conozco bien los hábitos y estoy seguro del sentido común del paciente, mi recomendación se aleja del «dogma» y autorizo un consumo «sensato» de alcohol (en cantidades algo menores arriba indicadas). Para la Sociedad Británica de Reumatología (BSR) el metotrexato y alcohol TAMPOCO son incompatibles y recomiendan un consumo de alcohol «within de national limits» ¡Hay que ser muy British…!

Cremas antiinflamatorias vs antiinflamatorios orales

De un tiempo a esta parte, vengo observando un repeluco generalizado a tomar antiinflamatorios orales más allá de 2 o 3 días. La sensación de tomarse un veneno estupendo es cada vez es más llamativa, especialmente, en las nuevas generaciones. Todo lo que huela a «natural», a manual o se aplique directamente triunfa sin competencia. A ello hay que añadir los anuncios de la tele, con abuelas modernas, estupendas, joviales que se aplican una crema antiinflamatoria y, en pocos minutos, se ponen a bailar bachata. ¿Es sólo marketing o hay algo de verdad en todo ello?

En lo que respecta a los especialistas, la fe en la eficacia de las cremas antiinflamatorias es muy limitada. Siendo honestos, yo diría que es casi nula. El sentimiento generalizado es que donde esté una posología oral o parenteral, no ha lugar para un ungüento. Bien es cierto, que para dolencias leves, agudas y localizadas no se pierde mucho prescribiendo un poco de hielo acompañado de una crema antiinflamatoria . Es un recurso elegante que se acepta de buen grado y permite salir al paso, por ejemplo, en la típica consulta de las vacaciones. Esa que siempre empieza con «No quiero molestarte pero ya que te veo…»

En lo que respecta al paciente, mi percepción es que cada vez le mola menos el antiinflamatorio. Le tiene miedo y no le falta algo de razón. En general se acepta de buen grado cualquier alternativa que NO sea «de tomar» (aún a sabiendas de que existen muchas posibilidades de que no funcione). Siempre pensé que era un problema de «repulsa a la pastilla». Pero no es así. Cuando se ofrece la opción de un «antiinflamatorio natural», como por ejemplo el harpago, el paciente lo prefiere a cualquier antiinflamatorio convencional, aún cuando ello signifique añadir ni más ni menos que ¡ 6 pastillas diarias!

Cremas antiinflamatorias: evidencia científica

¿Qué nos dice la evidencia científica respecto a las cremas antiinflamatorias? Pues lo primero que nos dice es que son seguras. Salvo aisladas reacciones alérgicas locales, contrariamente a los antiinflamatorios sistémicos, éstas se pueden administrar sin problemas en casi todo tipo de paciente (con independencia de su edad o su patología de base). Respecto a su eficacia, a pesar de la creencia médica generalizada, la evidencia nos dice que son eficaces. ¿Quiere decir esto que una mujer con artrosis de rodilla puede mantenerse  durante años sólo con una crema antiinflamatoria? La respuesta es NO. Parece que la evidencia también es clara a este respecto. La eficacia de las cremas no es sostenida y se pierde por encima del mes de tratamiento.

Se puede decir, por tanto, que la evidencia científica respalda el uso de las cremas antiinflamatorias como una opción eficaz pero, sobre todo, segura en el tratamiento de la artrosis.  No en vano, están incluidas en la mayoría de las guías de práctica clínica de la artrosis. Sin embargo, ha de saberse que no mejoran cualquier dolor, que no todas han demostrado su eficacia y, sobre todo, que su beneficio está muy recortado en el tiempo haciéndolas escasamente útiles en patologías crónicas.