Muchas personas que padecen dolor crónico ni se plantean acudir a un psicólogo, de hecho, cuando algún profesional sanitario se lo recomienda suelen extrañarse. Probablemente piensen: “¿Al psicólogo?…pero si mi dolor es real”. ¡Por supuesto que es real! , por ello es importante atenderlo de una forma integral y entender todos los aspectos que lo conforman. Intervenir sobre todos ellos para minimizarlos eficazmente (si quieres profundizar sobre los aspectos psicológicos sobre el dolor pincha aquí)
¿En qué me puede ayudar un psicólogo especializado en dolor crónico?
1. Conocer mejor cómo funciona tu dolor. Normalmente, no somos conscientes, ni tenemos suficientes herramientas para analizar todos los elementos que influyen en nuestro dolor. Esto nos genera una sensación de incertidumbre porque nos es difícil predecir cómo nos encontraremos. Algunos de los factores que no contemplamos al analizar distintas situaciones son psicológicos: lo que pensamos, sentimos, cómo nos comportamos… Conocer su influencia en el dolor nos permite predecir mejor cómo funcionará, tener una mayor sensación de control y reducir la intranquilidad y malestar que nos provoca (que, por cierto, también influye en el dolor).
2. Aprender a controlar la ansiedad y aprender a relajarte para reducir el dolor. La ansiedad y el dolor van de la mano, cuando conseguimos controlar nuestro estrés e intranquilidad contribuimos a eliminar un factor que lo incrementa y (a veces) lo produce. Por otra parte, un psicólogo especializado en dolor puede enseñarnos, entre otras muchas técnicas, estrategias para relajarnos que contribuyen a que pueda reducirse el nivel de dolor que estamos sintiendo.
3. Adaptarte mejor al dolor crónico. Que podamos reducir el dolor crónico o manejarlo mejor en algunos momentos no quiere decir que desaparezca para siempre. En ocasiones, resulta frustrante convivir con una sensación tan molesta como el dolor de forma constante en todas las áreas de nuestra vida. Puede afectar a nuestro estado de ánimo, a nuestra autoestima, a nuestras relaciones familiares y laborales, a nuestra sexualidad…en general, puede mermar nuestra calidad de vida. Por ello, en ocasiones, es necesario aprender a encajar esta experiencia en nuestra rutina para que no nos frene ni nos impacte más de lo necesario.
4. Reducir la medicación. Éste, no siempre es el objetivo ni el caso, pero es cierto que muchas personas con dolor crónico toman una gran cantidad de fármacos para aliviarlo porque, entre otras razones, es la única estrategia que tienen. Que sea la única estrategia que usan no quiere decir que sea la única. Si comenzamos a incluir otras formas eficaces de manejar el dolor podremos usar con menos frecuencia la estrategia farmacológica.
Rebeca Pardo
Psicología. Instituto ARI