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GOTOSOS Y GOTA: ¿QUÉ ES MÁS FÁCIL DE TRATAR?

Instituto Ari - gota

Gotosos: suelen ser pacientes empáticos, abiertos, extrovertidos, buenos comedores y bebedores. Divertidos. Yo diría que hasta cachondos. Conviven a duras penas con una enfermedad que les somete periódicamente a un dolor exquisito que les obliga a continuos parones de actividad. Pero, pasada la tormenta… ¡aquí no ha pasado nada!

La gota es probablemente una de esas enfermedades donde los reumatólogos cumplimos con nuestro pequeño cupo de milagritos. Casi diría que la curamos. El problema no es tanto la gota como fidelizar en el tratamiento a los pacientes gotosos.

Al gotoso no le gusta ir al médico (pero lo necesita). Vive inmerso en una seudocultura popular fundamentada en experiencias y opiniones de conocidos y, como en el fútbol, influenciadas por algunos reconocidos cátedros. Debaten en sus círculos  sociales sobre el tomate o los riñoncitos al jerez. Hacen públicamente sentidos actos de contrición del tipo: “ si yo sé que el espárrago no lo debo tomar”.  No les gusta nada revisarse con su especialista y, mucho menos, cuando les toca admitir el incumplimiento sistemático de todos los “deberes” pactados en la última revisión. Se sienten culpables y prefieren «aguantar el chaparrón» con el pie en un grito, antes que bajarse los pantalones (otra vez) con su médico.

A LOS GOTOSOS QUE VIVEN LA «VIDA LOCA»

  • La gota es una enfermedad de depósito y el tiempo no la cura, la empeora (si no se trata).
  • La dieta nunca mejorará un ataque de gota y muy pocas veces será eficaz para reducir de forma sostenida la frecuencia de los ataques y la hiperuricemia.
  • No he conocido todavía a nadie que sea capaz de llevar una dieta hipouricemiante estricta de por vida.
  • La gota es un tema muy frecuente de conversación en el que todo el mundo tiene algo que decir, generalmente, sin mucho fundamento.
  • Tener gota y disfrutar de la gastronomía no son incompatibles.

A LOS GOTOSOS CON PROPÓSITO DE ENMIENDA

  • Tratarse la gota es muy agradecido y, además, muy fácil.
  • Al igual que en la hipertensión, el tratamiento de la hiperuricemia es indefinido pero merece la pena.
  • El tratamiento es distinto en cada fase de la enfermedad y se rige por unos objetivos muy bien tipificados.
  • Librarse para siempre de un ataque de gota es factible. La clave es no confiarse, ponerse en manos de un buen especialista, ser constante y no suspender la medicación.
  • Se debe huir de conversaciones dietéticas. Tan sólo un 25% del ácido úrico sérico puede verse influenciado por la dieta.

Todas las generalizaciones son inexactas e injustas. No todos los gotosos se ajustan a este perfil, ni todas las gotas son fáciles de tratar (las hay muy difíciles). Lo cierto es que la medicina, hoy, ofrece medicaciones muy eficaces para hacer remitir completamente esta enfermedad y liberar al paciente gotoso de este tormento. A muchos de nuestros pacientes dominar la gota les ha cambiado radicalmente la vida. Conoce su testimonio.