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¿Artritis? ¿Cómo saber si la tengo? una pregunta obligada en presencia de ciertos «síntomas guía». La correcta interpretación de estos síntomas guía debe propiciar un diagnóstico precoz y, éste a su vez, condicionar la instauración de tratamiento que, cuanto más precoz sea, más garantías de éxito tendrá. Por tanto: ¿en qué me tengo que fijar para saber si tengo artritis?

¿Cuáles son los síntomas de artritis?

Habrá que pensar en una artritis cuando, sin trauma previo, una articulación duela y está inexplicablemente inflamada durante > 24h.

Monoartritis de rodilla

¿Qué es la inflamación de una articulación?

La inflamación es una respuesta del sistema inmunológico frente a un estímulo (infección, cuerpo extraño…). Provoca tumefacción, generalmente calor, casi siempre dolor y, en algunas ocasiones, enrojecimiento local.

¿Porqué es difícil su diagnóstico?

Porque una artritis no siempre se presenta con los signos típicos (dolor, calor, rubor y tumefacción). Hay muchas veces que, aunque la inflamación existe, sin embargo no es apreciable a ojos de un observador no entrenado. En otras ocasiones, lo que está inflamado no es la articulación sino los planos más profundos de la piel (celulitis) o los tendones periarticulares (tendinitis). Con cierta frecuencia la artritis se confunde con la artrosis (leer más).

Poliartritis de los dedos

¿Puede afectar a más de una articulación?

Sí. Cuando la artritis afecta sólo a una articulación se llama monoartritis y cuando afecta a más de una se llama poliartritis

¿Es importante la localización?

Sí. La afectación y la simetría de afectación son dos factores decisivos a la hora de orientar el tipo de artritis. Por ejemplo, la afectación exclusiva del dedo gordo del pie hace muy probable una monoartritis por cristales de ácido úrico, lo que conocemos como un ataque de gota. Sin embargo, una afectación simétrica de articulaciones metacarpo-falángicas de las manos  en compañía de metatarso-falángicas de los pies, hace mucho más sugestivo el diagnóstico de artritis reumatoide.

¿Qué signos me deberían hacer consultar?

Cuando aparezca dolor, tumefacción y limitación de la movilidad en una articulación que no ha sufrido un traumatismo (>2-3 semanas) y que no evoluciona bien con anti-inflamatorios debe ser un motivo de consulta. No siempre el dolor y la tumefacción son equivalentes. Hay situaciones de artritis muy dolorosas que, sin embargo, son poco tumefactas. También a la inversa. Lo importante es distinguir cuando una articulación ha dejado de estar normal o cuando ha dejado de ser igual a su homónima del lado contralateral.

¿A qué médico debo consultar?

La artritis es una enfermedad que en la mayoría de las ocasiones es crónica. Debido a su trascendencia, estamos obligados a obtener la máxima precisión en su diagnóstico y la máxima diligencia en su manejo. Esta tranquilidad sólo la puede dar el médico que se ha formado específicamente para diagnosticarlas y tratarlas: el reumatólogo.

Instituto Ari - gota

Gotosos: suelen ser pacientes empáticos, abiertos, extrovertidos, buenos comedores y bebedores. Divertidos. Yo diría que hasta cachondos. Conviven a duras penas con una enfermedad que les somete periódicamente a un dolor exquisito que les obliga a continuos parones de actividad. Pero, pasada la tormenta… ¡aquí no ha pasado nada!

La gota es probablemente una de esas enfermedades donde los reumatólogos cumplimos con nuestro pequeño cupo de milagritos. Casi diría que la curamos. El problema no es tanto la gota como fidelizar en el tratamiento a los pacientes gotosos.

Al gotoso no le gusta ir al médico (pero lo necesita). Vive inmerso en una seudocultura popular fundamentada en experiencias y opiniones de conocidos y, como en el fútbol, influenciadas por algunos reconocidos cátedros. Debaten en sus círculos  sociales sobre el tomate o los riñoncitos al jerez. Hacen públicamente sentidos actos de contrición del tipo: “ si yo sé que el espárrago no lo debo tomar”.  No les gusta nada revisarse con su especialista y, mucho menos, cuando les toca admitir el incumplimiento sistemático de todos los “deberes” pactados en la última revisión. Se sienten culpables y prefieren «aguantar el chaparrón» con el pie en un grito, antes que bajarse los pantalones (otra vez) con su médico.

A LOS GOTOSOS QUE VIVEN LA «VIDA LOCA»

  • La gota es una enfermedad de depósito y el tiempo no la cura, la empeora (si no se trata).
  • La dieta nunca mejorará un ataque de gota y muy pocas veces será eficaz para reducir de forma sostenida la frecuencia de los ataques y la hiperuricemia.
  • No he conocido todavía a nadie que sea capaz de llevar una dieta hipouricemiante estricta de por vida.
  • La gota es un tema muy frecuente de conversación en el que todo el mundo tiene algo que decir, generalmente, sin mucho fundamento.
  • Tener gota y disfrutar de la gastronomía no son incompatibles.

A LOS GOTOSOS CON PROPÓSITO DE ENMIENDA

  • Tratarse la gota es muy agradecido y, además, muy fácil.
  • Al igual que en la hipertensión, el tratamiento de la hiperuricemia es indefinido pero merece la pena.
  • El tratamiento es distinto en cada fase de la enfermedad y se rige por unos objetivos muy bien tipificados.
  • Librarse para siempre de un ataque de gota es factible. La clave es no confiarse, ponerse en manos de un buen especialista, ser constante y no suspender la medicación.
  • Se debe huir de conversaciones dietéticas. Tan sólo un 25% del ácido úrico sérico puede verse influenciado por la dieta.

Todas las generalizaciones son inexactas e injustas. No todos los gotosos se ajustan a este perfil, ni todas las gotas son fáciles de tratar (las hay muy difíciles). Lo cierto es que la medicina, hoy, ofrece medicaciones muy eficaces para hacer remitir completamente esta enfermedad y liberar al paciente gotoso de este tormento. A muchos de nuestros pacientes dominar la gota les ha cambiado radicalmente la vida. Conoce su testimonio.